El otro día, en medio del revuelo montado en torno a la (no) insignia a Del Bosque, salieron a relucir también las cifras del contrato de Mourinho con el Madrid. Cuatro temporadas, a razón de diez millones limpios cada uno, el doble en bruto: 80 millones de euros. Barato.
No, no me he vuelto loco. A estas alturas, J.M. ha recuperado ya 101 millones de euros para el Real Madrid. Los que se invirtieron hace dos años en las contrataciones de Karim Benzema (36) y Kaká (65).
Al inicio de la temporada pasada, recuerdo que, en alguna tertulia de Veo 7, especulábamos con la posibilidad de que Mou consiguiera hacer de Benzema un futbolista válido para el Madrid. Algún osado (o un inconsciente) habló también de una eventual recuperación de Kaká. Casi no pudimos contener la risa.
Un año después, y con dos de retraso, el Madrid tiene ya a los dos jugadores que fichó. Benzema, con problemas menos graves, llegó antes y, por razones de edad, habrá más tiempo para disfrutarlo. El tiempo corre mucho más deprisa en contra de Kaká. Evidentemente, Mourinho no es responsable de que el brasileño haya hecho por fin una pretemporada como Dios manda (¡cuatro años después!), y eso de que “pudo matarme y no lo hizo” (Kaká dixit) es creíble a medias. Una vez quedó claro que Kaká seguía sí o sí, el trabajo del técnico con el ex del Milan ha sido eminentemente psicológico. Con Benzema, por el contrario, aplicó una disciplina casi militar. Palo y zanahoria. La cintura de Karim, y hasta su perfil de ave rapaz, dan buena fe de ello.
Ahora, cuando Karim y Ricky juegan, el madridismo puede estar seguro de que es porque se lo merecen, y no porque sean los niños mimados del jefe. De hecho, a Mou le gusta más Higuaín que Benzema, y no lo oculta. Pero de ahí a decir -como se ha dicho- que Lass fue “apartado” este verano del equipo para hacer hueco a Kaká media un abismo de incultura futbolística (¿un pivote defensivo tapando a un segundo delantero?) o de mala baba. O ambas cosas.
Tema Del Bosque.
- en el que algunos, a cuento de no sé qué, mezclan a Mourinho-: Es entendible que esté dolido. Está en su derecho de no perdonar lo que, se mire como se mire, fue una gran cagada. Si no quiere la insignia, que lo diga, aunque sea a costa de hacerle un feo a esos valores madridistas (“sin envidia ni rencores”, “cuando pierden dan la mano”) que se le atribuyen, seguramente con razón. Pero su actitud actual choca con su pregonado madridismo. Tiene toda la pinta de que le están utilizando para atacar al club de sus amores. No se deje usted, Vicente.
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